Este método terapéutico para la
disfunción eréctil, nació al principio de los 80 con la papaverina,
droga que aun hoy sigue siendo utilizada dada su eficacia.
Con
el correr de los años, fueron estudiadas distintas sustancias
quedándonos en la actualidad solo con tres de ellas; la papaverina, la
prostaglandina y la fentolamina.
Estas drogas se utilizan en forma individual o combinadas, dos o tres, según la respuesta eréctil que se logre.
Hasta
el año 1998, solamente era posible el tratamiento mediante las
inyecciones intracavernosas (IIC) u otros medios como el MUSE de
alprostadil, las bombas de erección (raras en nuestro medio) o las
prótesis penianas, en general de alto costo.
Desde
ese año al aparecer en el mercado el SILDENAFIL, como primer fármaco
por vía oral, las IIC quedaron relegadas a aquellos pacientes que no
respondían a los fármacos orales.
A posteriori aparecieron el VARDENAFIL y el TADALAFIL con una acción muy similar a la del sildenafil pero con algo más de especificidad.
A
lo largo de los años, aquellos que nos hemos dedicado exclusivamente al
tratamiento de la sexualidad masculina, tanto en URUGUAY como en el
resto del mundo, fuimos viendo que el efecto de los fármacos vía oral,
decae con el correr del tiempo en relación con el grado de afección
vascular. Es así que pacientes que durante un
tiempo responden muy bien a la vía oral, luego deben aumentar la dosis
para lograr la misma respuesta y a veces ésta, no es lo que solía ser.
También
vemos que en el paciente diabético, el efecto de los fármacos por vía
oral varía enormemente con los niveles de azúcar en sangre. A mayor
glucemia, menor efecto erectógeno del fármaco.
Independientemente
de la causa de una disfunción eréctil, si los fármacos vía oral están
indicados, es la primera línea de ataque con la que contamos.
Cuando estos fármacos están contraindicados o no son efectivos, la segunda línea de ataque son las IIC.
Estas inyecciones tienen un altísimo porcentaje de efectividad, mucho mayor que el de la vía oral.
La
ventaja es que su acción se realiza directamente en el cuerpo cavernoso
del pene con lo que se evita el pasaje por el filtro hepático y la
degradación en metabolitos que este órgano realiza.
Por esa razón también es que su acción además de ser más eficaz, es también más rápida.
Las IIC están indicadas en todos los casos de disfunción eréctil en donde no hubo respuesta a los fármacos vía oral.
Esto
incluye no solo a los pacientes portadores de cuadros orgánicos sino
también a los pacientes con un origen puramente sicológico pero que son
refractarios a drogas orales.
Un beneficio
indirecto que las IIC producen es una potenciación del efecto de los
fármacos orales e incluso, logran que pacientes que han perdido la
respuesta a ellos, la recuperen por lo menos en parte.
Es
muy común y muchas veces muy necesario, que el paciente aprenda a
inyectarse ya que eso le genera una independencia de la atención medica.
Las contraindicaciones de las IIC por suerte son muy escasas.
Las
mismas no se pueden utilizar en caso de que exista una lesión de
carácter inflamatorio o infeccioso en el pene. En ese caso se deberá
solucionar esa patología primero. También se contraindican en el caso de
trastornos muy graves de la coagulación. El uso de anticoagulantes no
impide el uso de las IIC, simplemente se debe tener la precaución de
ejercer una buena compresión luego de retirar la aguja.
Están
contraindicadas en su modalidad de auto- aplicación cuando el paciente
es portador de afecciones que causen priapismos espontáneos ya que en esos casos es posible que la IIC agrave el problema.
Los
cuadros siquiátricos severos también pueden llegar a ser una
contraindicación pues no sabemos cómo ni en que circunstancia, el
paciente va a autoaplicarse.
La
aceptación o no de esta forma de tratamiento es lo que marca la
diferencia entre el paciente con motivación adecuada de aquel que no la
tiene.
En la enorme mayoría de los pacientes, cerca del 95% según nuestra experiencia, la IIC, logra una buena respuesta.
De cada uno de nosotros, depende el tipo de calidad de vida que pretendamos.
DRES CARLOS RUSSO Y ANDRES SALTRE-
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