La masturbación da el
nombre al autoerotismo independientemente de que a través de ella, se
llegue o no al orgasmo. Es el acto de autoestimularse en búsqueda del
placer.
Por definición, es el estimulo que uno hace de sus propias zonas erógenas y no cuando otra persona realiza ese estimulo sobre nuestras zonas erógenas.
Habitualmente,
la masturbación es ayudada por la fantasía erótica, por fotografías,
películas eróticas o pornográficas y en la actualidad, se practica mucho
a través de internet con el complemento de que dos personas alejadas
quizás por miles de kilómetros de distancia y mediante las cámaras web,
busquen el placer de masturbarse viendo a la otra persona en su monitor.
No
se puede decir ni demostrar que el 100 % de las personas se masturben,
pero la misma es altamente frecuente y sobre todo en los individuos más
jóvenes donde la sexualidad propia se está descubriendo.
Hay
situaciones en las cuales una persona privada de la posibilidad de
entablar una relación con otra, se masturbe como forma instintiva de
descargar su excitación. Eso se puede ver en las cárceles, en las
personas embarcadas por largos meses y en otras situaciones similares.
Históricamente, la masturbación se consideraba un pecado a los ojos de Dios.
La
Biblia misma, sin condenar este acto, lo menciona a través de la
Historia de Onan, el cual, cumpliendo la ley del Levirato debió fornicar
con su cuñada a la muerte de su hermano.
Pero Onan, respetando la
memoria de su hermano, vertió su semen en la tierra y no donde debía, esto es, la vagina de su cuñada.
Dios lo castigo, pero no por masturbarse como hoy siguen pensando muchos religiosos, sino por no cumplir con la ley.
La
cuestión es que a la masturbación, aun hoy se la conoce como Onanismo,
en honor del pobre Onan. Quien además invento el coitus interruptus.
Muchas religiones siguen pensando hoy en pleno siglo 21, que la masturbación es un pecado y que merece la condena eterna.
Si
así fuera, y conociendo los porcentajes de personas que se masturba, el
Paraíso seria un privilegio para los mancos bilaterales.
Algunos
libros médicos de los años 20 o 30 del siglo 20, consideraban a la
masturbación una enfermedad que se debía y se podía curar.
Las
victimas por supuesto eran los niños. Se los hacía dormir entre sabanas
mojadas para bajar los malos deseos o se les ponían pijamas con mangas
muy largas atadas a la cabecera de la cama o a la espalda para que no
alcanzaran sus genitales. Algunas fotografías antiguas muestran unas
especies de jaulas que se les colocaba sobre los órganos sexuales atadas
a la zona lumbar. También se recomendaba que los acostaran tarde y los
despertaran temprano para que el sueño extremo evitara estos actos del
demonio.
Desde una óptica estrictamente científica, debemos plantearnos cuando es buena y cuando es mala la masturbación.
Buena
es cuando permite el desarrollo sicosexual del niño, cuando permite la
identificación del cuerpo, cuando, como mencionamos más arriba, no
existe la posibilidad de una pareja, o cuando la recomendamos en varones
con disfunción eréctil de causa vascular dado que el ejercicio
masturbatorio que no implica necesariamente la eyaculación, estimula el
sistema arterial como cualquier otro tipo de gimnasia.
Mala
es cuando, teniendo la posibilidad de mantener relaciones sexuales, se
prefiera la masturbación o cuando esta se realiza en forma excesiva y a
veces compulsiva.
Hemos
visto pacientes que, por ejecutar el acto masturbatorio, abandonan
otras actividades comprometiendo también su trabajo al hacerlo.
Muchas veces se me pregunta, cuantas veces es bueno y cuantas veces es malo.
Todo
es relativo a la situación en la que la persona se encuentre. No
podemos hablar de números. Limitémonos a comprender cuando es mala, y
todo lo demás será bueno.
Una
pregunta obligada a la hora de confeccionar una historia clínica médico
sexo lógica es si se logra o no una erección mediante la masturbación.
Si bien la pregunta tiene un carácter científico, muchos pacientes tratan de ocultar que lo hacen.
El
tabu masturbatorio sigue existiendo en nuestra sociedad mucho más de lo
que podemos pensar. Por ello cuando lo recomendamos tenemos que
respetar a cada individuo y no hacer uso de esta herramienta sexologica
indiscriminadamente.
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