La
obesidad, nos interesa particularmente por su alta frecuencia y por las
consecuencias que tiene sobre la sexualidad pero también, sobre la calidad de
vida de las personas.
Es un
factor de riesgo vascular, conduce a la diabetes, hipertensión arterial,
dislipemias, insuficiencia cardíaca, respiratoria y serios trastornos del
aparato locomotor.
La obesidad es simplemente el resultado de una
ecuación; si consumimos más energía de la que gastamos, engordamos pues ese
exceso de energía se almacena en el tejido adiposo en forma de grasa.
El origen
de la obesidad es doble: por un lado, es genética (70%) que tiene mucho que ver
con la obesidad mórbida. Por otro lado, su origen puede ser ambiental como
consecuencia de la alimentación y el sedentarismo.
El grado de
obesidad se calcula por el índice de masa corporal, el cual es el resultado de
dividir el peso sobre el cuadrado de la altura.
Si pesamos 75 kg y medimos 1.80 metros, la
ecuación sería 1.80 x 1.80 dividido 75, eso nos da un valor el cual, según la Organización
Mundial de la Salud, es normal entre 18,5 y 24,9.
Si el valor
va de 25 a
29,9, se considera como preobeso.
A partir de
ahí tenemos:
Obeso clase
I cuando el valor es de 30 a 34,9
Obeso clase
II cuando el valor es de 35 a 39,9
Obeso clase
III cuando el valor es mayor de 40
La obesidad
puede llegar a influir tanto física como psíquicamente, sobre la sexualidad.
Favorece la
discriminación, el autoaislamiento y la baja autoestima.
Durante la
adolescencia, la joven obesa sufre más que el varón obeso. De ahí es que nos
interesa que los padres de niños obesos tomen cartas en el asunto desde
temprano.
El niño
obeso, frecuentemente sufre del complejo del pene pequeño debido a que los
muslos y pliegues suprapúbicos lo ocultan.
La dificultad
del obeso en visualizar sus genitales, conducen a la desexualización.
La
depresión es más frecuente que en la población general.
Los
trastornos del esquema corporal, las mayores limitaciones en el vestido y el
verse limitado también en actividades deportivas, genera sentimientos de
inferioridad.
En la mujer
obesa, en general la primera relación sexual es poco placentera, las posturas
coitales son más difíciles de adoptar y el orgasmo es menos frecuente, sólo del
50%.
La
disminución del deseo sexual es más frecuente en la mujer obesa.
En lo
físico, una serie de enfermedades que acompañan a la obesidad, repercuten
desfavorablemente en la vida sexual de los obesos.
Encontramos
entonces, tanto en hombres como en mujeres:
Insuficiencia
cardiaca congestiva e hipertensión arterial.
Insuficiencia
respiratoria restrictiva con disminución de la ventilación y de la oxigenación.
Tanto las
afecciones cardiacas como respiratorias afectan la sexualidad ya que limitan
toda forma de ejercicio físico y pensemos que el coito, exige un cierto grado
de esfuerzo.
Como vimos
anteriormente, la obesidad genera frecuentemente diabetes, por ende, la
vasculopatía que sigue a su evolución cuando los controles no son los
adecuados, genera mayores problemas tanto en el varón como en la mujer,
específicamente sobre la fase de excitación, erección y lubricación,
respectivamente.
Ciertas
afecciones endocrinas secundarias al aumento excesivo de peso, dan por
consecuencia una alteración de las hormonas sexuales con repercusión sobre la
respuesta sexual.
La
repercusión que la obesidad tiene sobre el sistema osteoarticular, puede
generar con el tiempo, artrosis de
grandes articulaciones.
La artrosis
de cadera y de rodilla, genera
limitaciones de los movimientos en la vida diaria y en el desarrollo de la
sexualidad.
Cuando un
paciente se ve obligado a recibir una prótesis de una de estas articulaciones,
se generan mayores dificultades ya que se debe limitar los arcos de movimiento
lo que limita las posturas coitales, sobretodo
en la prótesis de cadera.
En
definitiva, si bien todos sabemos que estar obesos no es saludable, muchas
veces nos abandonamos y vamos entrando en un círculo vicioso de falta de
actividad física, aumento de la ingesta por ansiedad o simplemente por
aburrimiento, limitación en la búsqueda de los placeres que nos brinda la vida,
y lo que es peor, el conformismo con esa situación.
Salir de
ese círculo, es posible pero muchas veces, no se puede lograr sin ayuda.
DR. CARLOS RUSSO
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